sábado, 14 de mayo de 2011

MI CREACIÓN


Bueno, pues para ir concluyendo el bloque 3 que lo hemos estado viendo hasta ahora, la profesora Irune, nos dijo de hacer un cuento; un ejemplo de los anteriores, adivinanzas, poemas, etc, para poner en práctica lo que podíamos mostrar y éramos capaces de hacer realizando algo de lo que acabamos de ver en talleres de prosa y en talleres de verso.

Asique así hicimos, cada uno se puso manos a la obra para elaborar su trabajo, y el otro día (martes 10) expusimos cada uno lo que habíamos hecho. Tengo que expresar que en mi opinión más de uno me dejo alucinada con lo que había hecho, pero también tengo que decir que había otros que podían haber estado algo más currados. Aún así cada cual tenía su cosilla y unos por otros el trabajo resulto supergratificante.

Seguidamente os voy a colgar las fotos de mi trabajo y os voy a ir escribiendo el párrafo correspondiente a la ilustración, espero que os guste!!!!

CUENTO DE RAQUEL GARCÍA:

En un pueblecito muy lejano vivía una niña con su malvado tío.
 
A Martina, que así se llamaba la niña, le encantaba ir al campo a jugar con los animales, revolcarse en el césped, zambullirse en el pequeño lago que había cerquita del pueblo pero todo eso lo hacía muy poquitas veces, puesto que si tío Garrachón la obligaba a trabajar a todas horas, mientras él no hacía más que vaguear.
     La mandaba cocinar, limpiar, ir a por leña, buscar frutos      Garrachón, sólo se movía para hacer rabiar a la gente que se acercaba por la cabaña, robaba y destrozaba el cultivo de los demás. Nadie se enfrentaba a él porque era muy corpulento y atemorizaba a todos. Y esto Martina ya no lo soportaba más.


 
- ¡Ya estoy harta!- exclamó Martina,- ¡Esto tiene que cambiar y si no, me voy de aquí a buscar otro lugar mejor!
     Y con las mismas, se enfrentó a su tío diciéndole todo lo que pensaba y que o cambiaba, o se iría y le dejaría a él sólo.
     - ¡Pues vete!, ¡No te necesito maldita niña malcriada!- Gruño Garrachón con los ojos llenos de furia.
     Y esa misma noche, Martina tuvo que marcharse con lo puesto.





Comenzó a llover y mojada y llena de barro, se metió en una cueva para guarecerse de los truenos y el agua.
     Cuando se disponía a dormir, de repente oyó un ruido a sus espaldas. Martina se asustó y se levantó temblorosa, y mirando al fondo de la cueva, vio cómo de la oscuridad aparecía un zorro. Pero no un zorro cualquiera no, no. Este era diferente, vestía con un sombrero y tenía pinta de andar buscando algo. El zorro se quedó mirando a Martina extrañado.
-     Hola jovencita, buenas noches. ¿Qué hace una niña como tú en esta noche tan cerrada, cubierta de barro y mojada, escondida en esta cueva?- preguntó el zorro.
     Martina dio un respingo y se quedó con la boca abierta, puesto que nunca había oído hablar a un animal, y algo asustada respondió.
Bu- buenas noches señor Zorro -alcanzó a decir todavía con un nudo en la garganta.- Mi tío Garrachón me ha echado de casa, y ahora no tengo donde ir. Luego empezó a llover y decidí meterme en esta cueva para cobijarme de la tormenta. -continuó Martina con lágrimas en los ojos. 



 
-     ¿Así que no tienes donde ir, eh? Muy bien, te propongo un trato, tu me ayudas a buscar mis gafas y yo te ayudo a ti llevándote a un sitio que te gustará.- Le ofreció el Zorro.
-     ¡Me parece una idea estupenda señor Zorro!, ¿se le han perdido por dentro de la cueva, o por fuera?- Dijo Martina más animada. 
Mientras los dos se pusieron a buscar las gafas por dentro y por fuera de la cueva, Martina le iba explicando al señor zorro todo lo que había sufrido con su tío.
Y de repente, ahí estaban, Martina había encontrado las gafas del señor Zorro a apenas a unos pasos de la Cueva.
- ¡Señor Zorro, señor Zorro, están aquí!- gritó Martina.
- ¡Oh, mis gafas! Muy bien pequeña, ya empezaba a quedarme cegato sin ellas.- Le respondió agradecido el Zorro.- Está bien, lo prometido es deuda, te llevaré a ese lugar que te he dicho.


El señor Zorro la cogió fuerte de la mano y corrieron y corrieron hasta llegar a un charco que había debajo de un arco de piedra.
¡Confía en mí!- dijo el zorro.- ¡Salta encima del charco!
 
Y Martina, aunque dudando, se tiró cerrando los ojos muy fuerte, muy fuerte. Notó como caía ligera a través de un túnel de colores y cosas flotando a su alrededor, y cuando menos se lo esperó, aterrizó en un país un tanto extraño, pero precioso, donde los pájaros cantaban, el agua cristalina del río recorría los campos llenos de flores-Que bonito es todo esto- Pensó Martina.
El señor Zorro aterrizó a su lado y levantándose rápidamente le dijo – ¡Espero que te guste este lugar! Yo voy a buscar a mi familia para que te conozcan, mientras tanto, ¡tú date una vuelta por donde quieras!
Y así lo hizo, Martina se puso a pasear por el campo y de repente oyó que alguien pedía ayuda.
- ¡Ayúdame por favor! ¡Mi barba se me ha quedado enganchada en el árbol cuando me disponía a comer las hierbas del suelo!
Y Martina le ayudó a quitarle el enredo que se había hecho.
- ¡Muchas gracias, espero devolverte el favor! Y el cabritillo se marchó dando saltos de alegría.

 










Martina siguió andando y un poco más adelante, vio que un pajarillo se había caído del nido y luchaba con sus alitas por poder volar y subir hasta estar a salvo en su nido, pero era en vano.
-   No te preocupes, yo te ayudaré pajarillo.- Y Martina le cogió con sus suaves manos y le dejó con cuidado en el nido.
-   ¡Muchas gracias! Se lo diré a mis papás y ellos te ayudarán en lo que puedan cuando lo necesites.- Respondió agradecido el pajarillo ya a salvo en su nido.







Martina estaba maravillada por todo lo que veía a su alrededor y decidió tumbarse junto al río para disfrutar de todo lo que estaba viviendo.
      Pero cual fue su sorpresa, que vio en mitad del río, un osito subido a una roca y atrapado entre las corrientes del río.
      -¡Por favor, ayúdame tengo miedo!- Le suplicó el osito.
      -¡Aguanta, iré a por ayuda!- Respondió Martina asustada.
      Martina, no tardó ni cinco minutos, cuando regresó a por el osito con ayuda de una tabla que se encontró tirada en el suelo.     La puso en la orilla y la dejó caer hasta la roca donde se mantenía a pie el pobre osito, formando así, un puente para que pudiese pasar.
      - ¡Ya está! Puedes pasar, no temas, yo la sujetaré.- Dijo Martina dando confianza al osito para que pasara.
      El osito pasó y se abalanzó sobre ella lamiéndole la cara y jugando con ella, mostrando así su gratitud por haberle salvado la vida,
      - Muchas gracias, me has salvado ¡Se lo contaré a la gente para que sepan lo buena que eres!
      Y el osito se marcho muy contento en busca de sus papás.







Martina se tumbó, por fin un rato a descansar por todo lo que había sucedido y se quedo dormida entre las flores del campo y el sonido de fondo del agua del río.
      Cuando despertó, se sobresaltó al ver que todos los animales que podía imaginar, estaban delante de ella mirándola.
      - No temas- le dijo el señor zorro.- Hemos visto todo lo que has hecho con nuestros amigos y en señal de eso, queremos ayudarte.
      - ¡Sí, si!- Gritaron entre aplausos y silbidos los animales.
      - Has sido muy buena ayudándoles y queríamos agradecértelo.- Dijo el gran elefante.
      - El señor zorro nos ha explicado lo malo que ha sido tu tío contigo y hemos decidido darle una lección- completó un conejo.
      - Os estoy muy agradecida- Respondió Martina.- Pero tenéis que tener mucho cuidado, mi tío es muy malo ¡y os podría hacer daño!
      - No te preocupes. –Respondieron al unísono unos pajarillos encima de unas ramas. – Sabemos lo que tenemos que hacer.



 
Y todo el mundo se puso en marcha para ayudar a Martina.   Cuando llegaron a su casa, el tío Garrachón estaba tirado en el suelo durmiendo, lleno de porquería alrededor, manchado, con la casita que siempre tenía Martina limpia, hecha una pena y con un olor tanto él, como la casa que echaba para atrás.


Los animales se pusieron de acuerdo y de repente, por sorpresa, se abalanzaron sobre él, emitiendo ruidos indescriptibles, empujándole, le envestían los animales grandes, le mordían los pequeños
      De la casa y con ayuda de los pajaritos, empezaron a salir por la ventana sus ropas y todo lo que había cogido de los demás; se abrían y cerraban las puertas, los armarios, las ventanas
      -¡Eh! ¿Pero qué es esto, que está pasando aquí?- Acertó a preguntar Garrachón hecho un ovillo en el suelo protegiéndose con las manos.
      Pero los animales seguían asustándole entre miradas y sonrisas de complicidad entre ellos. Seguían emitiendo ruidos ensordecedores, volando sobre él y empujándole y Garrachón estaba cada vez más asustado.
 


- ¡Ya basta!- Dijo Martina apareciéndose ante él y protegida por los animales.
     Garrachón se quedó mirándola con ojos de odio y sin todavía poder entender nada.
     - ¡Quiero que cojas tus cosas y te vayas de mi casa!- Martina se armó de valor y siguió.- Quiero que te vayas bien lejos de aquí para no verte nunca más. Quiero que dejes de molestar a la gente. ¡Y quiero que dejes de robar y de estropear el trabajo de los demás!- Concluyó Martina con fuerza.
     - Y si no quiero irme, ¿qué pasa mocosa?- Preguntó con tono chulesco su tío que yacía todavía por el suelo.



- ¡GGGGRRRRRRRAAAAAAAUUUUU!- gruño lo más fuerte que pudo el señor oso.- ¡Escúchame bien! Si no te marchas de aquí ahora mismo, el resto de los animales y yo, te perseguiremos y te haremos la vida imposible hasta que llegue el fin de tus días, ¿me has entendido?
      Y Garrachón alucinando por lo que acababa de ver, unos animales enloquecidos, su casa echando cosas por la ventana y un oso el doble de alto y fuerte que él hablándole, le bastó para coger las cosas que más tenía a mano y marchar corriendo bosque a través llorando y gritando como un niño pequeño.
 
Todos los animales saltaron de alegría entre risas y silbidos, comentando lo que había sucedido. Martina abrazaba y besaba a los animales dándoles las gracias por todo lo que la habían ayudado y celebrando que su malvado tío ya no la volvería a molestar nunca más.
     Los animales una vez acabada la fiesta, regresaban poco a poco al charco que les conducía a su país.; pero prometieron a Martina que de vez en cuando irían a visitarle para hacerla compañía.
    Martina, por su parte; hizo lo mismo prometiendo que de poco en poco iría a su país para visitarles y ayudar en lo que pudiera.


1 comentario:

  1. Vale. Es un libro muy largo para infantil y el tema no nace del interés de los niños.

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