martes, 24 de mayo de 2011

actividad bloque 5.

       Bueno, para finalizar este bloque, la profe nos propuso llevar a la práctica todo lo que habiamos dado es decir, preparar una narración con libro, un cuentacuentos y una lectura, asike nos pusimos manos a la obra!

        lo primero que hicimos fue distribuirnos en grupos de tres toda la clase, así, cada componente del grupo tenía que prepararse una cosa cada una. 

        En mi grupo estabamos, Rocío, Laura Resa y yo, asi que hablando entre nosotras nos pusimos de acuerdo y la distribución de las transmisiones quedó así.
Laura: narración
Rocío: lectura
Yo: cuentacuentos.

        Cuando llegamos al aula nos pusimos todos en distintas partes de la clase, cada una con su grupo y empezamos a contarnos nuestras historias. luego a medida que ibamos acabando, nos ibamos cambiando de grupo, procurando no coincidir los cuentacuentos con los cuentacuentos, las narraciones con las narraciones y las lecturas con las lecturas. Así de esta manera, podíamos escuchar los diferentes cuentos y comparar como lo hacían unos y como lo hacían otros.

        Empezando hacer mi valoración de esta actividad, he de decir que me sorprendió bastante la entrega de cada uno a la hora de contar las historias, puesto que yo iba con el presentimiento de que la gente seguramente no se lo había preparado bien o que incluso, igual, hasta pasaba del tema. Pero cual fue mi sorpresa, que a la hora de escuchar a mis compañeros me quedaba alucinada con lo que oía y veía. Por su parte, según pude apreciar yo, note interés incluso ilusión y ganas por contar sus cuentos, y eso fue algo que me hizo bastante gracia, puesto que incluso, los que estabamos oyendo, nos comportabamos como niños pequeños haciendo preguntas tontas para ver como reacionaba la que lo contaba XD asique estubo muy bien.

        Por otra parte y ya evaluando a la gente a la que escuché, he de decir que a mi parecer, creo que estuvo (según lo que se que hay que hacer en cada caso) todo bastante acertado. Con esto me refiero a la expresión de las compis a contar el cuento, el entusiasmo, la entoncación en cada frase de alegría o tristeza, la expresión de la cara o incluso los cambios de voces que hacían. Es que, sinceramente, de la gente con la que tube la oportunidad de intercambiar los cuentos, no puedo decir nada negativo. Por supuesto que las cosas se pueden mejorar, y eso se hará con el paso del tiempo; pero para ser la primera vez que mis compañeros y yo hacemos esto, he de decir que la sesión del otro día, estuvo genial y espero que se repita algún día!!

                                                   *****************
       Por cierto, si algún curioso quiere saber lo que conté yo, aquí abajo os dejo el cuentacuentos que escogí. 
       Tengo que decir que hasta el día anterior de la "exposición" no tenía ni idea de que iba a contar, y por más que miraba y miraba no me gustaba ninguno como para contarle y más sabiendo que le quería hacer desconocido (por si acaso la gente se me aburría contando el típico cuento) y de pronto me acordé de mi abuela y de cuando yo era peque y dormia con ella jeje, y me acuerdo de que cuando no me quería quedar dormida, me contaba este cuento... Entonces me puse a buscar en internet a ver si venía sin ninguna esperanza, todo hay que decirlo, y cual fue mi sorpresa, que lo encontré, y me hizo una ilusión y me trajo unos recuerdos...!!!
asique aquí os lo dejo!

       
Hace un montón de años hubo un pueblo, muy, pero muy pequeño en el que vivían dos hombres que se llamaban Nicolás.
Uno era rico porque tenía 4 caballos y el otro era pobre porque sólo tenía uno. Así que decidieron llamar al rico Nicolasón y al pobre Nicolasín.
Sucedió que uno de los caballos de Nicolasón entró en la huerta de Nicolasín y se comió todos los repollos. Nicolasín se enfadó y le arreó al caballo una patada.
Nicolasón, que tenía un genio endemoniado, se fue a donde estaba el único caballo de Nicolasín y le pegó una pedrada que lo mató.
El pobre Nicolasín le quitó la piel al animal y, después de secarla y curtirla, la metió en un saco y se fue a venderla al mercado. Yendo hacia allí le cogió un aguacero tremendo y, corre que te corre, se fue a refugiar a un pajar que estaba en lo alto de una casita.

Se tumbó en el suelo poniendo bajo su cabeza la piel del pobre caballo y se puso a mirar por unas rendijas que había entre las tablas del suelo.
Desde allí vio que la granjera estaba comiéndose un pollo en compañía de su hermano el cura, y oyó llegar al granjero, que no podía ni ver a su cuñado.
-Hermano, escóndete en este armario, que si te ve mi marido se va a molestar- dijo la granjera.
Mientras, ella metió el pollo al horno.
En eso, apareció el granjero en el pajar, vio a Nicolasín y le invitó a comer a su casa.
El hombre aceptó encantado, pero al ver que la granjera sólo sacaba un plato de sopa, se le ocurrió decir:
En este saco llevo un duende que dice que en el horno hay una comida muy buena..
La mujer no tuvo mas remedio que sacar el pollo y, mientras comían, le preguntó el granjero a Nicolasín:
-¿ Por qué no le dices al duende que nos enseñe al diablo?
Nicolasín dijo algo en la boca del saco y contestó:
- Dice que lo encontraremos vestido de cura, metido en el armario que está al lado del horno.
El granjero abrió el armario, vio a su cuñado y exclamó:
- ¡Es verdad! y además se parece a mi cuñado. Oye, te ofrezco una bolsa de oro por ese duende tuyo, pero debes tirar el armario con el diablo al río.


Iba ya Nicolasín con el armario a cuestas camino del rio, cuando el cura se asomó por la puerta y le suplicó:
- Si me dejas huir te daré otra bolsa de oro.
Nicolasín aceptó encantado y regresó a su pueblo con los bolsillos llenos.
- ¿De dónde has sacado tanto dinero- le preguntó Nicolasón.
- De la venta de la piel del caballo que me mataste.
Nicolasón se lo creyó, mató a sus cuatro caballos y pidió en el mercado dos bolsas de oro por cada piel.

Todo el mundo se burló de él y, lleno de rabia, cogió a Nicolasín, lo metió en un saco y fue a tirarlo al río. Pero por el camino le dio una sed tremenda y entró en una taberna dejando el saco en la puerta.
- ¡Ay! se quejaba Nicolasín dentro del saco- Aún no tengo ganas de ir al cielo.
Yo sí que tengo ganas - dijo un viejo pastor que pasaba por allí.
- Te cambio el puesto.
- Encantado. Pero por favor ocúpate de mis vacas - dijo el anciano.
El Pastor sacó a Nicolasín del saco y se metió él dentro.
Al salir Nicolasón de la taberna, tiró el saco al río. Ya se dirigía a su casa, cuando encontró a Nicolasín con dos hermosas vacas.

Pero hombre, ¿de dónde has sacado esas vacas tan hermosas?
- Del fondo del río. Me parece raro que no sepas que allí hay unos prados estupendos.
Nicolasón que seguía creyen do lo que le decía su vecino y sin acordarse de los cuatro caballos que sacrificó, empezó a ver vacas pastando en los prados debajo del agua, se dirigió al río y se tiró de cabeza con tan mala suerte que cayó en un remolino y... nadie pudo salvarle.

y colorin colorado así termina la historia de Nicolasín el listo y Nicolasón el bruto.
       

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